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Channel: Libros y Jornadas - delajusticia.com - El rincón jurídico de José Ramón Chaves
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Cómo piensan los jueces al decidir

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Entre las preguntas más frecuentes que afloran en los pasillos y despachos de abogados cuando examinan la sentencia desfavorable de su caso, se encuentran las del siguiente tenor:

  • ¿Cómo es posible que no haya acogido nuestros fundados alegatos?
  • ¿Quién es capaz de entender estos razonamientos?
  • ¿Por qué corta y pega otras sentencias en vez de razonar por sí mismo?
  • ¿Por qué aplica su criterio de lo justo apartándose de lo técnicamente correcto?
  • ¿Por qué aplica un criterio tan formalista apartándose de lo que es justo?
  • ¿Cómo habrán deliberado estos jueces para tamaño despropósito?
  • ¿Por qué no ha dado respuesta la sentencia a todos nuestros motivos de impugnación?
  • ¿Cómo ha sido capaz de prescindir de lo dicho por peritos o los testigos?
  • ¿Tendrá algo que ver su ideología o circunstancias personales?
  • ¿Por qué nos habrá tocado este juez?
  • ¿Por qué tenemos que soportar las costas al perder y el juez no sufre los costes de su sentencia revocada?
  • ¿Cómo decirle al cliente que esta sentencia no se ajusta al estándar mínimo de racionalidad y razonabilidad?

Muchas más preguntas que posiblemente quedarán sin respuesta. Lo cierto es que las sentencias de todos los ámbitos jurisdiccionales se dictan por jueces profesionales, que manejan el derecho y valoran las pruebas, para desembocar en una sentencia, que invariablemente solo gusta al vencedor. E incluso a veces al vencedor le gusta el fallo pero no el camino seguido para ello.

Decidir para el juez es difícil, pero decidir bien es dificilísimo, y contentar a todos, prácticamente imposible. Aunque existe un enorme tinglado de reglas procesales como garantías frente al error, la justicia no es infalible, las revocaciones de sentencias están a la orden y la distancia entre lo justo y la cosa juzgada sigue existiendo.

Pues bien, ante el zumbido del panal forense sobre posibles errores o sentencias insatisfactorias, cuantitativamente menores pero cualitativamente inaceptables, decidí buscar respuestas y asomarme a la “caja negra” de la mente del juez cuando dicta una sentencia. Para ello, contaba con la experiencia de veinte años poniendo sentencias de lo contencioso-administrativo (en Juzgado y dos Salas), con las confidencias de colegas, con la consulta de trabajos académicos sobre argumentación judicial, y con el estudio general de las razones dadas en conferencias y entrevistas por un numerosos grupo de jueces, nacionales y extranjeros, y de todas las jurisdicciones.

El resultado es mi último ensayo titulado “Cómo piensa un juez. El reto de la sentencia justa” (Wolters Kluwer, 2021), disponible también en Salamanca Books (con descuento y envío gratuito a España peninsular).

En dicha obra, que alcanza las 640 páginas, he intentado ofrecer una análisis objetivo de lo que está detrás de cada sentencia, del margen de decisión del juez y de las influencias extraprocesales que pueden dejar su huella.

Sé que algunos compañeros se sentirán traicionados como los magos que ven como un colega desvela los trucos, pero muchos más sonreirán complacidos al comprobar el reconocimiento de la gran dificultad de acertar con sus sentencias.

Déjenme ofrecerles este fragmento de la Introducción:

«De ahí, la utilidad de ofrecer los momentos de dudas sufridas en soledad por el juez ante el mamotreto de documentos que aguardan sentencia, disfrazado hoy día de archivo informático de datos. Quien está llamado a sentenciar se siente como el pintor ante el lienzo en blanco, con la responsabilidad de mantener trazo firme y hacer uso de talento y siguiendo los cánones del arte, conocedor de que la obra ultimada tendrá vida propia y será elogiada o criticada. Una sentencia más para el juez y una gota de agua en el océano de las bases de datos jurisprudenciales, embalsamada como cosa juzgada por si resulta útil su examen para casos venideros.

El común reto perseguido simultáneamente por el juez, como autoridad pública, y por la Justicia, en tanto valor constitucional, es ofrecer el mayor grado de acierto en la respuesta al caso (…) Sin embargo, la incertidumbre puede manifestarse en las mismas sentencias llamadas a ofrecer seguridad jurídica, si no están apuntaladas con una buena motivación, que se alce como control de la arbitrariedad y pauta de razonabilidad de lo fallado, o si la motivación es errada. En suma, el particular que se embarca de buena fe en un litigio, por existir un escenario jurídico dudoso, no puede saltar de la sartén de una mala ley para caer en las brasas de una pésima sentencia. Se trata de los perniciosos errores judiciales.

El diagnóstico de los yacimientos de errores judiciales lo centraremos en cinco planos o zonas borrosas. Primera, las arenas movedizas de los hechos, un terreno donde el juez debe investigar, admitir y valorar pruebas, y declarar hechos probados, que podrán o no ser falsos. Segunda, la aplicación de un Derecho líquido en tiempos de pluralidad de fuentes, variedad de criterios interpretativos y bajo el escurridizo peso de principios y valores. En tercer lugar, aguardan las cuestiones procesales, con su doble filo (para facilitar o interponerse), en el camino hacia la sentencia justa. La cuarta cuestión se centra en el discurso lógico propio de cada juez al afrontar los casos apoyándose en reglas de inferencia, máximas de experiencia y peso argumental. Por último, hay que contar con el factor humano, el impacto del talante judicial del juez al servicio de sus convicciones éticas, su sentido institucional, poso ideológico y sesgos de personalidad. En suma, múltiples zonas de riesgo donde acecha el posible error en el sendero hacia el acierto judicial.

No se trata de afrontar aquí un estudio de filosofía del derecho ni de verter jurisprudencia sobre los errores judiciales, sino de exponer los ángulos oscuros del proceso donde aguarda la clave de la sentencia. Intentaremos apuntar las soluciones para alcanzar mayor acierto en las sentencias, unas que inciden en la actitud y aptitud del juez y otras en los métodos y técnicas que permiten afinar el juicio. Un escenario donde no debemos olvidar la inminente ayuda de la inteligencia artificial y el mayor peso del control social sobre la alta misión jurisdiccional.

Mi aspiración personal consiste es aflorar en este trabajo las variables que, desde la perspectiva de aplicación del derecho por el juez al dictar sentencia, influyen en el objetivo de alcanzar una sentencia justa. Una aportación liberada de ataduras académicas y dogmáticas, pero hundida en las raíces de la percepción cotidiana de la justicia, pues por muchas normas, pautas y garantías procesales que existan, lo cierto es que está universalmente aceptada la soberanía íntima del juez sobre el camino y método de decisión. Decidir, pertenece al fuero interno de cada juez y además, no todos lo pueden explicar en clave racional e incluso me temo que algunos no querrían explicarlo. Decidir bien, pertenece a los imperativos irrenunciables del pueblo soberano, que garantiza la independencia del poder judicial para zanjar conflictos y asegurar la paz y la justicia en la comunidad»

En fin, aquí está el Índice de lo que les aguarda, en esta obra prologada amablemente por César Tolosa Tribiño, presidente de la Sala tercera del Tribunal Supremo.

Les confieso que nunca he escrito nada tan cercano emocionalmente, tan creativo intelectualmente, ni tan importante socialmente como este trabajo. Un auténtico testamento prematuro dónde se ofrecen las sorprendentes claves que como la parte sumergida del iceberg, se ocultan bajo la sentencia.

Les invito a que se asomen a las páginas de este libro, que me hubiera gustado tener leído cuando ejercía de letrado pero más aún cuando estrené la toga judicial. Su lectura me hubiera ahorrado muchas sorpresas y me hubiera explicado muchas más, por lo que creo que esta obra puede dar a los juristas una significativa ventaja de varios años en comprender la realidad de las sentencias judiciales, y a muchos veteranos posiblemente les confirmarán sus opiniones e intuiciones.

Por lo pronto la presentación del libro tendrá lugar por vía telemática con ocasión de un encuentro organizado por Wolters Kluwer que tendrá lugar el próximo 25 de febrero, de 17 a 18,30, en el que pueden inscribirse los que lo deseen aquí. Gracias a todos los que me han ayudado a llegar a un punto de atreverme a escribir esto.


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