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Channel: Libros y Jornadas - delajusticia.com - El rincón jurídico de José Ramón Chaves
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Sentido y Sensibilidad del Derecho administrativo

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La atrevida referencia literaria a la gran obra de Jane Austen, al atribuir «Sentido» y «Sensibilidad» al desconcertante y frío «Derecho administrativo» requiere una explicación. Especialmente porque el título de mi última obra es precisamente “Sentido y sensibilidad del Derecho Administrativo. – Buena fe. Actos propios. Abuso de derecho. Proporcionalidad. Equidad. Desviación de Poder” (Ed. Bosch, 2024).

Quizá bastaría con apelar a la conciencia del administrativista para que confiese si no es cierto que en más de una ocasión se ha preguntado: ¿Pero tiene sentido esta enloquecida disciplina?, o ¿dónde está la justicia y sensibilidad hacia el ciudadano?

Dejemos que hable la PRESENTACIÓN de la obra:

I. En mis casi cuarenta años como empleado público, sea como letrado, profesor o magistrado, he afrontado el aprendizaje del derecho administrativo con ojos ilusionados de astrónomo hacia un universo majestuoso que, en los tiempos actuales, se ofrece como un universo en expansión, bello e inquietante, con fenómenos sorprendentes, y agujeros negros para la seguridad jurídica.

En su día tuve el atrevimiento de exponer una visión sistemática de la disciplina (Derecho administrativo mínimo, 2020), que fue seguida de la perspectiva empírica (Derecho administrativo vivo, 2021) y del diagnóstico de las debilidades y desajustes (Derecho administrativo problemático: 200 cuestiones críticas, 2023).

II. Completada la trilogía, sentí la necesidad de mirar hacia atrás y replantearme el sentido de una disciplina compleja, interminable, cuajada de dogmas. Especialmente incómodo me resultaba que el Derecho administrativo escudase su contenido en el difuso interés general, propiciando unas Administraciones públicas poderosas, con el padrinazgo de unos legisladores complacientes que las arman de potestades y privilegios, tanto para su andadura por la vía administrativa como por la jurisdiccional. Bajo su actuación administrativa, se encuentra el ciudadano, relegado a una condición pasiva y titular de derechos formalmente vigorosos, pero materialmente debilitados.

Este escenario me empujó a indagar en el auténtico sentido y razón del derecho administrativo, a reconocer las garras del león y retorcerle la cola (la senda de la buena ciencia) hasta que finalmente se me ofrecieron las tres dimensiones de un único modelo: el sentido de servicio al interés general, el servicio a la tutela de valores éticos y cívicos, y como garantía de ambas misiones, el sentido el derecho administrativo como herramienta de control.

La luz del túnel en que actualmente estamos inmersos, se vislumbra en un valioso trípode de principios que están en fase de tímida recepción legal pero valiente acogida jurisprudencial, que deben alzarse en brújula inexcusable de los poderes públicos no legislativos: el principio de buen gobierno, el principio de buena administración y el principio de buena jurisdicción.

III. En paralelo, además de esa persecución del sentido de la disciplina, indagué los huecos del derecho público por donde la sensibilidad del empleado público o del juez, podía hacer colar la luz del acierto o la justicia del caso, tratándose de institutos fuertemente enraizados en valores y en el caso concreto, que operaban como palancas correctoras del mecanicismo aplicativo de la fría norma administrativa.

Se trataba de unos institutos con fuerza positiva (la buena fe o los actos propios), otros con fuerza repulsiva (abuso de derecho, desviación de poder) y otros con doble efecto, según el resultado de su funcionalidad de ajuste (proporcionalidad o equidad). Junto a ello, resultaba inevitable examinar la proyección de esos principios en el ámbito procesal.

IV. El resultado es la presente obra. Una primera parte que versa sobre el «sentido» del derecho administrativo, con apoyo en necesarias referencias doctrinales de quienes han reflexionado sobre el poder público y la armadura jurídica del derecho. Y una segunda parte, sobre la «sensibilidad» de los operadores jurídicos, con exposición de la dispersa pero valiosa doctrina jurisprudencial, que demuestra que por las venas de empleados públicos y jueces late un corazón y luce el sentido común.

Para asomarse a la original perspectiva de la obra, prologada por mi admirado Juli PONCE SOLÉ, aquí está el ÍNDICE.

Espero que les guste, y les sea útil. Bien está saber el sentido del Derecho Administrativo, pero mejor contar con la cosecha jurisprudencial de las herramientas por las que el tiempo no pasa y que zanjan infinidad de litigios contencioso-administrativos: Buena fe, actos propios, abuso de derecho, proporcionalidad, equidad y desviación de poder. Además se examinan las manifestaciones de «la malicia procesal».

Por supuesto, esta Obra que acaba de salir al mercado, va en mi estilo personal, quizá académicamente poco ortodoxo, pero cómodo para el jurista empírico y el lector que quiere sustancia: claridad, reflexiones críticas, algún toque literario, y como no, jurisprudencia para mantener los pies en la tierra.

Un trabajo intenso que ahora comparto, porque creo que en Derecho administrativo tiene especial valor el viejo dicho de que «Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente».

Gracias por llegar hasta aquí.


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